domingo, 15 de abril de 2007

Eclipsada


Eclipse, por Wikipedia: Un eclipse (del griego ekleipsis, ‘desaparición’, ‘abandono’) es un suceso en el que la luz procedente de un cuerpo celeste es bloqueada por otro.

Es por culpa de una escena (Rescatado Sep 06)


... de un segundo... de vestirme la piel con su ropa -cuidado que llega mi felino que todo lo entiende- y chocarme contra emociones antiguas.
Quiero rozarme contra todo. Contra muchos. :)
Es una buena noticia, habiendo asesinado, deliberadamente, mi vida externa durante tanto tiempo. Redescubrir que puedes mirar a alguien y sentirte inflamada; que una mano acompañando el vuelo de un mechón rebelde enciende el botón de los rayos eléctricos en la espalda... Que sí, que está cuando miras. Que coincides en el tiempo, en el preciso instante de necesitar esa mirada, y está.
(No es él. Son las emociones, lo dejo claro)

Debería deshacer mi maleta, porque los aires turcos se están pudriendo en ella. Además, mañana tengo evento y necesito mi nuevo vestidito de la suerte. Azul, precioso, ni corto, ni largo. Entallado, dibujando mis encantos. Rotundidad de posaderas evidente, generoso contenido dentro de mi non-public escote.

Uf, cómo estoy.

PD: Día 1. Mudanza absoluta de piel. Los restos de la antigua, adornando el suelo.

Lavar la ropa como hacer almejas


La vida es una constante evolución. Es un ir y devenir de procesos mentales que te colocan - o descolocan - en esferas mágicas nuevas, ajenas quizás a lo que un día fue tu vida. Un día te encuentras que la piel se te hace grande, que te remueves por dentro inquieta, que se te hacen montones en los pliegues de las rodillas... que no estás cómoda. Para llegar a estas nuevas esferas no hay que hacer nada, ni siquiera hay que dejarse llevar. Solo hay que abrir los ojos.
Todo, tan sencillo, como quedar para cenar un sábado noche en casa de un amigo a quien no ves desde hace meses, con amigas a las que no veo tanto como me gustaría... Tan sencillo como tomarse tres vinos y salirse se una misma, y pensar y filosofar.


La edad nos vuelve briosos. A mí, por lo menos. Con un "Voy a hacer una de las mías" salí corriendo de aquel mal rollismo generalizado y escapé, Gran Vía arriba, en busca de las luces verdes valientes que habían decidido salir a trabajar. Si no había 100 personas en mi misma situación no habia ninguna, pero ocho años de adopción madrileña me sirven, por lo menos, para saber de dónde vienen los taxis libres en busca de dinerito... Eran las 02.58 y a las 3.22 estaba en mi casa, desnudita, en la cama, pensando en por qué yo crezco diferente, por qué seguimos evolucionando. Por qué no llega un momento en el que se dice: Eh, tú, que me gusto como soy, párame aquí y no me muevas más... Una vez te despojas de las ropas de la dejadez y decides estar atenta, además del placer de caricia íntimas jamán nunca antes inventadas, recibes bofetadas.

Somos lo que somos. Células en constante evolución, mentes que no paran quietas.

Así es que sí, siempre hay que ir un paso más allá. Es parte de la sorpresa de descubrir todos los días a los pies de tu cama una cajita con miles de minutos nuevitos, listos para consumir de la mejor de las maneras. Son las 12.04 de una preciosa mañana soleadísima y he quedado de tapitas en la Latina. Y no quiero perderme un momento.

sábado, 14 de abril de 2007

Tengo las ganas distraídas...


Tanto, que ni siquiera guardo un orden fiel a la hora de escribir. Es como tener un amante con diez años de relación: está ahí, le dedicas tiempo de pensamiento, pero no tiempo real... :(
En fin, que o me pongo las pilas o me pongo las pilas. Mañana de sábado de buenas intenciones - como casi siempre que salgo el viernes, de todas maneras-. He estado buena parte de esta madrugada viviendo una pesadilla terrible, terrible. Estaba en una especie de casa de campo, antigua, de madera, con puertas lacadas, suelos fríos, muebles grandes esparcidos sin ton ni son. Estaba él, igualmente. Nos besábamos todo el rato. Hasta ahí, bien. El asunto es que estábamos buscando desesperadamente una habitación donde dar rienda suelta a nuestra pasión, por decirlo finamente. Pero no la encontrábamos. Justo en el momento en el que creíamos que sí, aparecía alguien detrás de una puerta que no habíamos visto, o había una ventana sin cortinas y con gente fuera, o una trampilla por la que se colaba algún otro alguien diciendo: ¿Pero qué hacéis aquí???
Todo esto es la continuación justificada de lo que fue mi noche ayer, evidentemente.
Y es que fue verle aparecer y derretirme todo uno.
Yo, que me creía curada de espantos amatorios, que me creía sana de historias imposibles, que me creía lejos del influjo de los dos metros de hombre maniatado por su vida, yo, desesperada, esta noche, buscando en sueños un colchón, tres metros con puerta, un espacio donde poder subirme a la montaña humana y brincar hasta el orgasmo. Pues no.
Sueños son, sueños se quedan. Y un mensaje: "Llámame mañana y salimos" (Y yo pensando: ¿A tu mujer me la traes también?) Pero esos besos, esos arrebujones contra su estómago (ratilla que soy, canija, pequeña para tanto hombre)... ufs...
Y una pregunta que lanzo al infinito: ¿Por qué los hombres son tan absolutamente incoherentes? ¿por qué tan inconsecuentes? No me voy a pillar los dedos, como con ese ángel que me ha salido que me abre los ojos día sí día también, así es que razono mejor. Me da la sensación, aquí, desde unos treintayun años vividos intensamente, que los hombres son capaces de encadenarse a una relación que no funciona, inventando mentiras-tipo y creyendo que la vida real es así de triste, sin querer tomar decisiones. Normalmente, los hombres que toman decisiones son empujados por varias razones:
1- La insistencia y el calor (convertido en ausencia de calor post discusiones) de la amante que ya tienen y con la que cohabitan a la vez que con la mujer. Esto se puede llevar al extremo con amenazas del estilo: "Elige, o tu mujer o yo"
2- Las broncas habituales que se suele tener cuando sospechas que tu marido te la está pegando con otra, evidentemente. La convivencia se hace un algo insoportable y puede ser el detonante para que él decida tomar una decisión

En resumen, los hombres toman decisiones o son empujados a tomar decisiones una vez tienen una "cama caliente" o su vida está tan rota que la mujer le obliga a tomar la decisión. Las mujeres en cambio, somos más amigas de pensar en nuestra relación y nuestros sentimientos, analizarlos, discutirlos con amigas, diseccionarlos y después, enfrentarnos a la realidad. Ojo. No digo ni que todos los hombres sean unos calzonazos ni que todas las mujeres sean unas valientes. Es una tónica general, habitual. Las mujeres no necesitan tener a alguien para ver que su relación no funciona... Y entonces llega aquello de "Tenemos que hablar".

Yo, que era la paciente espera en una casa, suspirando por alguien que llega a su casa y se mete en la cama con su mujer... Pero qué mala suerte... Y eso que me he inventado todo tipo de astucias para no coindicir, para evitarle, para poner espacio, tiempo, para congelar momentos e intensidades... Dios... ¿Alguien normal por ahí? ¿Alguno consecuente al menos?

Todos tenemos la vida abierta. Ya no creo en un amor para toda vida. "Te querré hasta que te deje de querer", eso es lo que yo busco. No alguien que estire y estire la cuerda viendo cómo se debilita la pasión, cómo se van muriendo los sentimientos, agarrado a la comodidad de alguien a quien conoces, cuyos defectos no te fastidian demasiado y cuyas virtudes recuerdas metidas en cajas en el fondo de tu cerebro.

Ser consecuente no implica una rigidez, un camino no abierto hacia los imprevistos. Significa: Hoy te quiero, hoy, en este momento, te quiero. Y por tanto, asumo todo lo que sé que necesitas y lo que sé que quieres, y comparto mi vida contigo respetándote y buscando hacerte feliz. Nada de magnificiencias extremas, de promesas eternas, de imbecilidades con olor a rosas. Pura coherencia...

Como diría mi ex-ex: "Tienes el culo pelado, cariño".
Y así me quedo.

domingo, 1 de abril de 2007

Domingo desnudo de besos y con ardor de estómago


No sé qué es peor, sinceramente. El frío producido por el alcohol que permanece en sangre o el de la cama vacía. Había decidido profanar mi habitación, directamente. Había decidido olvidarme de fantasmas que vivieron, olvidarme de olores, de sabores, de incendios. Pero no. Me topé con un muro de carne y hueso, bonita sonrisa y delicada atención. Me ha despertado con un "buenos días, dulce" telefónico, que me ha arrancado la sonrisa y la maldad a la vez ("Hubiera preferido escucharlo arrebujados entre las sábanas", ésa ha debido ser mi respuesta)...

No sé si hubiera sido capaz, llegado el momento. Todo lo que soy ahora, un domingo por la mañana, en pijama, temblando de frío y de ganas, se habría congelado si el chico en cuestión hubiera decidido recorrer el camino hacia mi casa. Soy una charlatana de intenciones. Aunque la mudanza de piel sigue, sigue. Me siento como una chiquilla con una primera cita, discoteca, alcohol, fresas con nata, Londres, París, viajes. Él de allá, yo de allá, aquí los dos. Muy iguales, muy en forma, muy equilibrado todo.


Pero lo que digo yo... Un besito, un desliz, un inocente aleteo en los labios...


El día se me ha arrancado delante de la Cibeles, toda magnánime ella, toda firme. Y ahora, tres de la tarde, patatas fritas en el estómago y primera historia de "Manuale de Amore" vista, reflexiono. Bien. ¿Seré una de esas chicas que no se atreven a correr hacia delante y la soledad les empuja a recuerdos antiguos? (Habla mi sinrazón, ayer mandé un mensaje a quien no debía)


En fin, en fin. Qué difícil se siente la vida con el corazón roto. Una vez lidiadas cuestiones como "de amor ya no se muere", "somos capaces de asumir más dolor del que creemos" y "esto no puede ir a peor - y va-", una vez conocidos y superados los límites de las vivencias humanas, sabes que todo es un camino de retorno, que todo se puede deshacer, que todo tiene una segunda vuelta. La magia. Eso es lo poco que queda en mi entrañas. Creer en la magia, en el "puede que sí". ¿El Amor?


Medio día de un domingo que no luce excesivamente el sol... ¿Volveré a verle?



miércoles, 28 de marzo de 2007

Y sigue siendo una cuestión de expectativas

Mi pobre madre se llegó a temer lo peor cuando me llevó a la doctora. Ella, con cara muy seria, me dijo que me desnudara. Yo claro, con trece añitos, pues ya estaba como para no desnudarme y a fin de cuentas solo tenía fiebre y la garganta irritada, de llorar. Pero ella seguía con el ceño fruncido. "Esto no parece estar bien", dijo mientras palpaba mis axilas. Después, peor aún, bajó a las ingles. "Esto tampoco. Vamos a esperar dos días y el lunes me la traes otra vez. Y si sigue igual, habrá que mandarla al hospital para hacer pruebas". Después de la doctora tenía fiesta. Mi fiesta de cumpleaños. Agosto, caía el sol a muerte.El asunto era que me había pasado toda la noche llorando, con mis casi trece añazos. Toda la noche sin parar. Y había conseguido materializar el dolor de no encontrar el regalo esperado en una infección ganglionar de padre y muy señor mío. Los disgustos se cuelan y pasan al estómago, a la piel, a las cartucheras, al corazón... La doctora no me vio solo ese año. Me había visto el anterior y me vio al siguiente. Ese año sí me hicieron pruebas, porque fue peor y llegaron a pensar que podía estar enferma de cáncer. Eso es lo que me dijo mi madre mi pasado cumpleaños, al recordar a mi prima, que sí murió. (Su mirada sigue viva en su sobrinita -mi sobrinita- rubia y preciosa y nada simpaticona pero muy divertida. Con un añito ya y sigue asustándose de mis ojos azules...) Y todo por un regalo que nunca llegó. Como el beso en el banco de Mc Donalds, como el paquetito del día de mi cumple, como unas cuantas cosas que deseé más que vivir. Hay dos días que borraría del calendario, y que me hacen sufrir indefectiblemente una semana antes de que lleguen, y tres días después de que pasen. Uno, el de mi cumpleaños.

¿Es mejor no desear? Puede que sí. Es una cuestión de expectativas. Si deseas algo de una manera especial, si te concentras mucho, si edificas sueños, si lo deseas fuertefuertefuerte... pues a lo mejor te quedas con las manos vacías y el alma rota. O con un ganglio como un huevo de pato que no te deja tragar.

Me has pintado

Me has pintado. No sé cómo, ni por qué, me has pintado.
Puede que lo hayas hecho con el sol dándote en la espalda, con tu gato jugando entre las pinturas o con tu novia en el sofá. Pero soy yo.
Y no entiendo nada. Qué hago yo en tu casa. Qué hago dentro de ti. Qué hago mirándote, desde qué esquina, desde dónde. Por qué me has creado...

(¿Cenamos en París? Pregunta el ambicioso. Y el dueño de mis sonrisas mañaneras me empuja al avión. Pero no dejo de mirarte a través de ese cuadro)

martes, 27 de marzo de 2007

Mudanza de piel

Estoy mudando la piel. Noto cómo se cae, cómo se deshace lentamente, cómo se evapora incluso. Aquello que llegó y me invadió decidió quedarse a vivir conmigo, sin hacer ninguna pregunta. No podía arrancarme la piel en aquel momento, porque me habría desangrado. Fue más fácil dejarlo vivir conmigo, quieto, medio vivo, medio muerto, pegado a mí.
Se quedó mucho tiempo. Años.
Me estoy desperezando. La primera sacudida fue terrible, porque me dejó desnuda de piel y con los sentimientos al aire. Además, no avisó. Y fuera, más allá del dolor adherido, hace frío. El recuerdo siembra costra y se aposenta convirtiéndose, en parte, en algo que ya eres tú. Así es que cuando te desprendes de él y tu cuerpo entra en contacto con el resto del mundo, sientes frío. Desolación incluso. Desorientación. Mareo.

Y te sientes viva.

Me ha dejado de doler todo lo que fue, - será - la mayor historia de amor que viviré jamás. Pero aquella historia de amor que fue - y será - la mayor historia de amor que viviré jamás, ha dejado paso a una sonrisa, y la satisfacción de saber que todo fue de verdad. Y una promesa de vida en un futuro.

Cuentas siempre antiguas

No creo en los cambios radicales, en romper con todo y empezar de cero, eso que se llama "borrón y cuenta nueva". Me da la sensación de que ése es el camino fácil, la via de servicio que te redirige por una carretera paralela. Cambias el escenario, cambias el paisaje, pero el coche, las marchas, las posibilidades, tú, sigues siendo tú.

("I was here, she was me, we were one, we were free...")

Es mucho más difícil tomar la decisión de seguir hacia adelante por el mismo camino, cambiando tú. Podemos entrar en el debate de "nadie cambia, lo que somos permanece" y sí, es cierto. Nos adaptamos, nos acoplamos, rendimos determinados espacios y tratamos de conquistar otros; Un día alzamos bandera blanca, otros nos quedamos tumbados, rendidos, sonriendo quizás. Pero eso que somos, eso que nos hace personas únicas, eso que nos hace especiales (y entiendo por especiales desde los bostezos descomunales con los empastes al aire como el don de cantar dando con la nota justa, la intensidad precisa, el arte en su punto...) no cambia. Somos animales sociales, sí, y complacer siempre gusta, pero nos suele gustar complacer con lo que no nos supone esfuerzo, con lo que ya tenemos como nuestro.

Una sonrisa correspondida se me antoja un regalo envuelto en brillantina.

Esta noche, helada, arrebujada contra tres almohadas, no he podido cerrar la escotilla de mi cuerpo. Notaba el calor yéndoseme a través de los ojos. El mayor ataque de humanidad, el "me gustas, te quiero y te deseo" de hace tantos años, hecho un trozo de sueño real, en esta vida. Seguir es difícil sin ese " y cuenta nueva", pero es la única opción...

lunes, 26 de marzo de 2007

Chicas fuera de serie, fuera de lugar

Reflexiones en un impass de una dura jornada laboral de viernes con sabor a domingo. Carta a una amiga:

"Estamos inmersas en un cambio generacional en el que no nos sentimos identificadas en absoluto. Me produce inquietud el hecho de que, tanto en mi reyno del alma como en este Madrid que me encanta, estemos igual. Dos chicas fuera de serie (sí, fuera-de-serie) y tan fuera de lugar. Es una cuestión clara de personalidad, así lo veo yo. No sé cuántos cadáveres vamos a ver pasar por delante de nuestra casa (léase matrimonios, noviazgos eternos relaciones de pareja)... La gente se apunta al carro de las convicciones sociales con una alegría pasmosa. Vivo el ejemplo de todo esto con las boda sa las que he ido y es que, al altar, feliz pero de reventar de felicidad, solo he visto a dos. El resto se justifican con un "ya tengo trabajo, ya tengo dinero, ya tengo novio, ya tengo que tener boda. ¿Estoy enamorada? ¿Importa?" :) En madrid, sin duda, todo es mucho más fácil. El domingo me sorprendió ya amanecidísimo comiendo churros con chocolate con tres amigas. De estas tres amigas, una tiene novio, las otras no. Pero la vida que llevamos es la misma. No hay tanto choque. El secreto es ser feliz mientras nos esforzamos en conseguir la felicidad.

A mí, en este momento puede que me encantara enamorarme y dormirme todas las noches después de hacer el amor dos horas y haberme reído tres. Pero si no llega, no llega. Mi vida es plena por muchos otros motivos, sobre todo, porque no me contento con algo mediocre, porque no me basta con "intentarlo", necesito "exprimirlo". Tampoco sé yo hacia dónde voy, pero ¿quién lo sabe? Quizás un médico tenga vocación, o una monja. Pero poca gente que conozco viva por y para y según una pasión que tenga que ver remotamente con lo profesional. Yo aspiro a encontrar un sitio donde cobre mucho dinero y trabaje pocas horas (y no digo trabaje poco). Tampoco sé para qué valgo. Tengo una trayectoria, una experiencia, un curriculum que dicen esto y lo otro, pero... ¿para qué valgo de verdad? Me da la sensación de que el truco es preguntárselo una todos los días, cuantas más horas mejor y tener siempre presente que tenemos algo especial y la obligación de sacarlo a la luz. Cuánta gente gris hay por la vida, cuántos sin ningún tipo de personalidad, de alegría, de ilusión. Cuántos que se dejan llevar, que no tienen dudas, que no se quieren rebelar, que no se plantean nada...

Terminaremos encontrando lo que buscamos, o se nos pasará la vida entretenidas al menos...

Momento de crisis generacional....

domingo, 25 de marzo de 2007

Me presento, tímidamente, ante Usted

Treintañera apetecible ;) en busca de la mejor manera de llenar estos huecos que, inevitablemente viven conmigo. Supongo que esa es la mejor manera de describir la razón de este domingo noche al ordenador.
Vivo en un barrio de Madrid pegado al centro, trabajo en una torre, no tengo manera de sacar mis trenzas por la ventana, porque las ventanas no se abren y porque llevo el pelo cortito... El tiempo que tengo paso quitando las polillas a la risa, de cualquier manera: Conciertos a los que no va nadie, restaurantes nuevos, los bares de siempre, con amigos/as que llegan, con los que siempre están... Tiendo a ser optimista, se me van las horas en reflexiones... Me atrapan detalles, me quedo quieta y presa de anécdotas en las que no se suele reparar... También tiendo a escaparme cuando el escenario se convierte en perfecto. Quizás porque la perfecta no soy yo... "Nothing comes easily..."

Quiéndijoqué, en ese momento, en aquel lugar en el que todo, absolutamente todo, encajaba. Quién lo dijo. Le busco. Compro pistas a buen precio (sueños, historias, deseos, sonrisas, abismos incluso)...