miércoles, 28 de marzo de 2007

Y sigue siendo una cuestión de expectativas

Mi pobre madre se llegó a temer lo peor cuando me llevó a la doctora. Ella, con cara muy seria, me dijo que me desnudara. Yo claro, con trece añitos, pues ya estaba como para no desnudarme y a fin de cuentas solo tenía fiebre y la garganta irritada, de llorar. Pero ella seguía con el ceño fruncido. "Esto no parece estar bien", dijo mientras palpaba mis axilas. Después, peor aún, bajó a las ingles. "Esto tampoco. Vamos a esperar dos días y el lunes me la traes otra vez. Y si sigue igual, habrá que mandarla al hospital para hacer pruebas". Después de la doctora tenía fiesta. Mi fiesta de cumpleaños. Agosto, caía el sol a muerte.El asunto era que me había pasado toda la noche llorando, con mis casi trece añazos. Toda la noche sin parar. Y había conseguido materializar el dolor de no encontrar el regalo esperado en una infección ganglionar de padre y muy señor mío. Los disgustos se cuelan y pasan al estómago, a la piel, a las cartucheras, al corazón... La doctora no me vio solo ese año. Me había visto el anterior y me vio al siguiente. Ese año sí me hicieron pruebas, porque fue peor y llegaron a pensar que podía estar enferma de cáncer. Eso es lo que me dijo mi madre mi pasado cumpleaños, al recordar a mi prima, que sí murió. (Su mirada sigue viva en su sobrinita -mi sobrinita- rubia y preciosa y nada simpaticona pero muy divertida. Con un añito ya y sigue asustándose de mis ojos azules...) Y todo por un regalo que nunca llegó. Como el beso en el banco de Mc Donalds, como el paquetito del día de mi cumple, como unas cuantas cosas que deseé más que vivir. Hay dos días que borraría del calendario, y que me hacen sufrir indefectiblemente una semana antes de que lleguen, y tres días después de que pasen. Uno, el de mi cumpleaños.

¿Es mejor no desear? Puede que sí. Es una cuestión de expectativas. Si deseas algo de una manera especial, si te concentras mucho, si edificas sueños, si lo deseas fuertefuertefuerte... pues a lo mejor te quedas con las manos vacías y el alma rota. O con un ganglio como un huevo de pato que no te deja tragar.

Me has pintado

Me has pintado. No sé cómo, ni por qué, me has pintado.
Puede que lo hayas hecho con el sol dándote en la espalda, con tu gato jugando entre las pinturas o con tu novia en el sofá. Pero soy yo.
Y no entiendo nada. Qué hago yo en tu casa. Qué hago dentro de ti. Qué hago mirándote, desde qué esquina, desde dónde. Por qué me has creado...

(¿Cenamos en París? Pregunta el ambicioso. Y el dueño de mis sonrisas mañaneras me empuja al avión. Pero no dejo de mirarte a través de ese cuadro)

martes, 27 de marzo de 2007

Mudanza de piel

Estoy mudando la piel. Noto cómo se cae, cómo se deshace lentamente, cómo se evapora incluso. Aquello que llegó y me invadió decidió quedarse a vivir conmigo, sin hacer ninguna pregunta. No podía arrancarme la piel en aquel momento, porque me habría desangrado. Fue más fácil dejarlo vivir conmigo, quieto, medio vivo, medio muerto, pegado a mí.
Se quedó mucho tiempo. Años.
Me estoy desperezando. La primera sacudida fue terrible, porque me dejó desnuda de piel y con los sentimientos al aire. Además, no avisó. Y fuera, más allá del dolor adherido, hace frío. El recuerdo siembra costra y se aposenta convirtiéndose, en parte, en algo que ya eres tú. Así es que cuando te desprendes de él y tu cuerpo entra en contacto con el resto del mundo, sientes frío. Desolación incluso. Desorientación. Mareo.

Y te sientes viva.

Me ha dejado de doler todo lo que fue, - será - la mayor historia de amor que viviré jamás. Pero aquella historia de amor que fue - y será - la mayor historia de amor que viviré jamás, ha dejado paso a una sonrisa, y la satisfacción de saber que todo fue de verdad. Y una promesa de vida en un futuro.

Cuentas siempre antiguas

No creo en los cambios radicales, en romper con todo y empezar de cero, eso que se llama "borrón y cuenta nueva". Me da la sensación de que ése es el camino fácil, la via de servicio que te redirige por una carretera paralela. Cambias el escenario, cambias el paisaje, pero el coche, las marchas, las posibilidades, tú, sigues siendo tú.

("I was here, she was me, we were one, we were free...")

Es mucho más difícil tomar la decisión de seguir hacia adelante por el mismo camino, cambiando tú. Podemos entrar en el debate de "nadie cambia, lo que somos permanece" y sí, es cierto. Nos adaptamos, nos acoplamos, rendimos determinados espacios y tratamos de conquistar otros; Un día alzamos bandera blanca, otros nos quedamos tumbados, rendidos, sonriendo quizás. Pero eso que somos, eso que nos hace personas únicas, eso que nos hace especiales (y entiendo por especiales desde los bostezos descomunales con los empastes al aire como el don de cantar dando con la nota justa, la intensidad precisa, el arte en su punto...) no cambia. Somos animales sociales, sí, y complacer siempre gusta, pero nos suele gustar complacer con lo que no nos supone esfuerzo, con lo que ya tenemos como nuestro.

Una sonrisa correspondida se me antoja un regalo envuelto en brillantina.

Esta noche, helada, arrebujada contra tres almohadas, no he podido cerrar la escotilla de mi cuerpo. Notaba el calor yéndoseme a través de los ojos. El mayor ataque de humanidad, el "me gustas, te quiero y te deseo" de hace tantos años, hecho un trozo de sueño real, en esta vida. Seguir es difícil sin ese " y cuenta nueva", pero es la única opción...

lunes, 26 de marzo de 2007

Chicas fuera de serie, fuera de lugar

Reflexiones en un impass de una dura jornada laboral de viernes con sabor a domingo. Carta a una amiga:

"Estamos inmersas en un cambio generacional en el que no nos sentimos identificadas en absoluto. Me produce inquietud el hecho de que, tanto en mi reyno del alma como en este Madrid que me encanta, estemos igual. Dos chicas fuera de serie (sí, fuera-de-serie) y tan fuera de lugar. Es una cuestión clara de personalidad, así lo veo yo. No sé cuántos cadáveres vamos a ver pasar por delante de nuestra casa (léase matrimonios, noviazgos eternos relaciones de pareja)... La gente se apunta al carro de las convicciones sociales con una alegría pasmosa. Vivo el ejemplo de todo esto con las boda sa las que he ido y es que, al altar, feliz pero de reventar de felicidad, solo he visto a dos. El resto se justifican con un "ya tengo trabajo, ya tengo dinero, ya tengo novio, ya tengo que tener boda. ¿Estoy enamorada? ¿Importa?" :) En madrid, sin duda, todo es mucho más fácil. El domingo me sorprendió ya amanecidísimo comiendo churros con chocolate con tres amigas. De estas tres amigas, una tiene novio, las otras no. Pero la vida que llevamos es la misma. No hay tanto choque. El secreto es ser feliz mientras nos esforzamos en conseguir la felicidad.

A mí, en este momento puede que me encantara enamorarme y dormirme todas las noches después de hacer el amor dos horas y haberme reído tres. Pero si no llega, no llega. Mi vida es plena por muchos otros motivos, sobre todo, porque no me contento con algo mediocre, porque no me basta con "intentarlo", necesito "exprimirlo". Tampoco sé yo hacia dónde voy, pero ¿quién lo sabe? Quizás un médico tenga vocación, o una monja. Pero poca gente que conozco viva por y para y según una pasión que tenga que ver remotamente con lo profesional. Yo aspiro a encontrar un sitio donde cobre mucho dinero y trabaje pocas horas (y no digo trabaje poco). Tampoco sé para qué valgo. Tengo una trayectoria, una experiencia, un curriculum que dicen esto y lo otro, pero... ¿para qué valgo de verdad? Me da la sensación de que el truco es preguntárselo una todos los días, cuantas más horas mejor y tener siempre presente que tenemos algo especial y la obligación de sacarlo a la luz. Cuánta gente gris hay por la vida, cuántos sin ningún tipo de personalidad, de alegría, de ilusión. Cuántos que se dejan llevar, que no tienen dudas, que no se quieren rebelar, que no se plantean nada...

Terminaremos encontrando lo que buscamos, o se nos pasará la vida entretenidas al menos...

Momento de crisis generacional....

domingo, 25 de marzo de 2007

Me presento, tímidamente, ante Usted

Treintañera apetecible ;) en busca de la mejor manera de llenar estos huecos que, inevitablemente viven conmigo. Supongo que esa es la mejor manera de describir la razón de este domingo noche al ordenador.
Vivo en un barrio de Madrid pegado al centro, trabajo en una torre, no tengo manera de sacar mis trenzas por la ventana, porque las ventanas no se abren y porque llevo el pelo cortito... El tiempo que tengo paso quitando las polillas a la risa, de cualquier manera: Conciertos a los que no va nadie, restaurantes nuevos, los bares de siempre, con amigos/as que llegan, con los que siempre están... Tiendo a ser optimista, se me van las horas en reflexiones... Me atrapan detalles, me quedo quieta y presa de anécdotas en las que no se suele reparar... También tiendo a escaparme cuando el escenario se convierte en perfecto. Quizás porque la perfecta no soy yo... "Nothing comes easily..."

Quiéndijoqué, en ese momento, en aquel lugar en el que todo, absolutamente todo, encajaba. Quién lo dijo. Le busco. Compro pistas a buen precio (sueños, historias, deseos, sonrisas, abismos incluso)...