sábado, 14 de abril de 2007

Tengo las ganas distraídas...


Tanto, que ni siquiera guardo un orden fiel a la hora de escribir. Es como tener un amante con diez años de relación: está ahí, le dedicas tiempo de pensamiento, pero no tiempo real... :(
En fin, que o me pongo las pilas o me pongo las pilas. Mañana de sábado de buenas intenciones - como casi siempre que salgo el viernes, de todas maneras-. He estado buena parte de esta madrugada viviendo una pesadilla terrible, terrible. Estaba en una especie de casa de campo, antigua, de madera, con puertas lacadas, suelos fríos, muebles grandes esparcidos sin ton ni son. Estaba él, igualmente. Nos besábamos todo el rato. Hasta ahí, bien. El asunto es que estábamos buscando desesperadamente una habitación donde dar rienda suelta a nuestra pasión, por decirlo finamente. Pero no la encontrábamos. Justo en el momento en el que creíamos que sí, aparecía alguien detrás de una puerta que no habíamos visto, o había una ventana sin cortinas y con gente fuera, o una trampilla por la que se colaba algún otro alguien diciendo: ¿Pero qué hacéis aquí???
Todo esto es la continuación justificada de lo que fue mi noche ayer, evidentemente.
Y es que fue verle aparecer y derretirme todo uno.
Yo, que me creía curada de espantos amatorios, que me creía sana de historias imposibles, que me creía lejos del influjo de los dos metros de hombre maniatado por su vida, yo, desesperada, esta noche, buscando en sueños un colchón, tres metros con puerta, un espacio donde poder subirme a la montaña humana y brincar hasta el orgasmo. Pues no.
Sueños son, sueños se quedan. Y un mensaje: "Llámame mañana y salimos" (Y yo pensando: ¿A tu mujer me la traes también?) Pero esos besos, esos arrebujones contra su estómago (ratilla que soy, canija, pequeña para tanto hombre)... ufs...
Y una pregunta que lanzo al infinito: ¿Por qué los hombres son tan absolutamente incoherentes? ¿por qué tan inconsecuentes? No me voy a pillar los dedos, como con ese ángel que me ha salido que me abre los ojos día sí día también, así es que razono mejor. Me da la sensación, aquí, desde unos treintayun años vividos intensamente, que los hombres son capaces de encadenarse a una relación que no funciona, inventando mentiras-tipo y creyendo que la vida real es así de triste, sin querer tomar decisiones. Normalmente, los hombres que toman decisiones son empujados por varias razones:
1- La insistencia y el calor (convertido en ausencia de calor post discusiones) de la amante que ya tienen y con la que cohabitan a la vez que con la mujer. Esto se puede llevar al extremo con amenazas del estilo: "Elige, o tu mujer o yo"
2- Las broncas habituales que se suele tener cuando sospechas que tu marido te la está pegando con otra, evidentemente. La convivencia se hace un algo insoportable y puede ser el detonante para que él decida tomar una decisión

En resumen, los hombres toman decisiones o son empujados a tomar decisiones una vez tienen una "cama caliente" o su vida está tan rota que la mujer le obliga a tomar la decisión. Las mujeres en cambio, somos más amigas de pensar en nuestra relación y nuestros sentimientos, analizarlos, discutirlos con amigas, diseccionarlos y después, enfrentarnos a la realidad. Ojo. No digo ni que todos los hombres sean unos calzonazos ni que todas las mujeres sean unas valientes. Es una tónica general, habitual. Las mujeres no necesitan tener a alguien para ver que su relación no funciona... Y entonces llega aquello de "Tenemos que hablar".

Yo, que era la paciente espera en una casa, suspirando por alguien que llega a su casa y se mete en la cama con su mujer... Pero qué mala suerte... Y eso que me he inventado todo tipo de astucias para no coindicir, para evitarle, para poner espacio, tiempo, para congelar momentos e intensidades... Dios... ¿Alguien normal por ahí? ¿Alguno consecuente al menos?

Todos tenemos la vida abierta. Ya no creo en un amor para toda vida. "Te querré hasta que te deje de querer", eso es lo que yo busco. No alguien que estire y estire la cuerda viendo cómo se debilita la pasión, cómo se van muriendo los sentimientos, agarrado a la comodidad de alguien a quien conoces, cuyos defectos no te fastidian demasiado y cuyas virtudes recuerdas metidas en cajas en el fondo de tu cerebro.

Ser consecuente no implica una rigidez, un camino no abierto hacia los imprevistos. Significa: Hoy te quiero, hoy, en este momento, te quiero. Y por tanto, asumo todo lo que sé que necesitas y lo que sé que quieres, y comparto mi vida contigo respetándote y buscando hacerte feliz. Nada de magnificiencias extremas, de promesas eternas, de imbecilidades con olor a rosas. Pura coherencia...

Como diría mi ex-ex: "Tienes el culo pelado, cariño".
Y así me quedo.

No hay comentarios: