martes, 27 de marzo de 2007

Mudanza de piel

Estoy mudando la piel. Noto cómo se cae, cómo se deshace lentamente, cómo se evapora incluso. Aquello que llegó y me invadió decidió quedarse a vivir conmigo, sin hacer ninguna pregunta. No podía arrancarme la piel en aquel momento, porque me habría desangrado. Fue más fácil dejarlo vivir conmigo, quieto, medio vivo, medio muerto, pegado a mí.
Se quedó mucho tiempo. Años.
Me estoy desperezando. La primera sacudida fue terrible, porque me dejó desnuda de piel y con los sentimientos al aire. Además, no avisó. Y fuera, más allá del dolor adherido, hace frío. El recuerdo siembra costra y se aposenta convirtiéndose, en parte, en algo que ya eres tú. Así es que cuando te desprendes de él y tu cuerpo entra en contacto con el resto del mundo, sientes frío. Desolación incluso. Desorientación. Mareo.

Y te sientes viva.

Me ha dejado de doler todo lo que fue, - será - la mayor historia de amor que viviré jamás. Pero aquella historia de amor que fue - y será - la mayor historia de amor que viviré jamás, ha dejado paso a una sonrisa, y la satisfacción de saber que todo fue de verdad. Y una promesa de vida en un futuro.

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